(Austria, Johanna Moder, 2025)

“Julia, una exitosa directora de orquesta de cuarenta años, y su pareja desean con todas sus fuerzas tener un hijo, cuando el Dr. Vilfort les ofrece una esperanza y tras un tratamiento exitoso, Julia queda embarazada. El parto no sale como estaba previsto y el bebé es retirado de inmediato, dejando a Julia con gran incertidumbre sobre lo que ha ocurrido.”
Era opinión extendida entre los participantes de esos maravillosos corrillos en los exteriores del Albéniz que esta película la podrían poner un domingo a mediodía en Antena 3 y no se despeinaba nadie. Y con eso y con todo, me metí a verla para encontrarme… un drama familiar. Pero amigo… ¡qué drama familiar!

Mothers Baby es una película que excava en los terrores que están enterrados en nuestra propia condición de mamíferos setientes, los relacionados con la maternidad y la progenie en general. Cuando a Julia le arrebatan el bebé sin que ni siquiera pase por sus brazos la incertidumbre sobre su destino se instala en su vida para acrecentarse a cada minuto. Incluso cuando se lo devuelven piensa “¿es este realmente mi hijo?”, entrando en una espiral de paranoia magníficamente representada en pantalla gracias a una ambientación e interpretaciones frías y desapegadas emocionalmente.
Por cierto, ¡qué bien está Marie Leuenberger en su papel de Julia! Ella es la responsable de cargar con todo el peso dramático de la trama y a través de su interpretación seremos capaces de experimentar todo un abanico de emociones, pasando por el deseo, el miedo, la desesperación, la sospecha, la decepción, la frustración… simplemente maravillosa.

Es posible que no se llegue a empatizar con la película, y lo entiendo perfectamente. Quiero exponer la siguiente idea pero me da reparo que se pueda malinterpretar, así que vaya por delante la nota aclaratoria de que entiendo a la perfección a aquellas personas que prefieren no tener hijos, y no tengo opinión de ellas porque simplemente creo que es algo tan íntimo, tan profundamente personal, que no es siquiera opinable desde fuera. Ya decir que entiendo a estas personas me parece demasiado.

Bueno, todo esto viene a que creo que la razón por la que esta película me ha llegado tanto es por las partes en las que toca directamente la fibra de la gente que sí que hemos tenido progenie o que hemos vivido de cerca la crianza de una criatura. Los miedos, el desvelo, el cambio de foco de ser tú la persona más importante de tu vida a que lo sea otra persona… absolutamente todo esto está presente en la película pero no de forma sensiblera. El drama familiar no está, y esta es una de sus grandes virtudes, enfocado en el sufrimiento y mostrado de forma explícita, sino que a veces es un gesto, un sonido, una metáfora con la luz, un detalle que toca directamente a la fibra progenitora del espectador.
Un cambio radical de registro para Joanna Moder, que cuenta con experiencia en comedias y series y que aquí borda absolutamente un drama con tintes fantásticos en su tramo final, prueba de ello la nominación de esta película como mejor largometraje en Sitges y Berlín (aunque no rascó bola en ninguno).
En definitiva, creo que no hay que tener progenie para disfrutarla, pero sin duda creo que se disfruta más si eres una persona sensibilizada con la crianza de una criatura.
De este plano de existencia, a poder ser.





