What Marielle knows (Was Marielle weiss)

(Alemania, Frédéric Hambalek, 2025)

“Julia, Tobias y su hija de once años, Marielle, parecen la familia perfecta. Pero cuando Marielle adquiere inexplicablemente la capacidad de ver y oír todo lo que hacen sus padres, esa ilusión se desmorona.”

Al igual que le ocurría a «Mother’s Baby» (Mother’s Baby, Johanna Moder, 2025), a esta película le pesa su falta de fantástico, más allá de servir de excusa para plantear una cuestión que se queda dentro del espectador una vez abandona la sala de proyección. ¿Seríamos los mismos si absolutamente todas nuestras acciones fuesen conocidas y fiscalizadas por un ser querido?

A partir de que Marielle adquiera poderes telepáticos por el sofisticado método de “una hostia bien dá” en los créditos iniciales de la película ya nos quedan claras varias cosas: los poderes son una excusa tan absurda como el método de obtenerlos y en esta película vamos a hablar de cosas serias pero eh, vamos a reírnos un poco también que no va a ser todo sufrir.

Y es en esta mezcla de comedia y drama donde la película pivota durante su maravilloso, medido y perfecto metraje de apenas hora y media. Ni le sobra un minuto ni le falta un segundo, es simplemente perfecto. 

El trabajo actoral de (de nuevo en este festival) las actrices principales es maravilloso, con una Julia Jentsch completamente implicada en la interpretación de una madre con un secreto inconfesable y a Laeni Geiseler como Marielle, la hija telépata que conoce ese secreto inconfesable. El papel de padre recae sobre Felix Kramer, que cumple también con sobresaliente su actuación, si bien creo que está un peldaño por debajo de su compañera de reparto.

A la pregunta arriba descrita y que creo que es la que más peso tiene durante todo el metraje de la película habría que añadir otras que si bien no son tan claras también nos da para darle un rato a la máquina neurónica, como la relación madre-hija, las dinámicas familiares, la comprensión, el compromiso, la traición, la autoestima y el perdón.

Por último destacar que la directora divide la película en tres actos separados por un plano de Marielle mirando a cámara y bañada en un sólo tono de color mientras suena la banda sonora por debajo. Algo que puede parecer una mera decisión estética pero que cobra sentido cuando analizamos un poco estos colores. El primer acto es morado, mezcla de rojo (calor) y azul (frío): la situación está equilibrada. El segundo es naranja, tono de advertencia, de que la situación se está calentando, para pasar al tercero, de un rojo absoluto. Una pequeña genialidad que nos regala Joanna para ponernos en una situación anímica apropiada antes de que la acción siga avanzando.

¿Sería soportable vivir con honestidad total, no sólo hacia el resto sino hacia nosotros mismos? Marielle lo sabe.

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